Como jóvenes algo alocados y con ganas de verse, aprovechamos cada instante para estar juntos. Ya sea para ir a clase o algo nuevo y arriesgado como ir a comer en tu casa cuando no haya nadie...
Allí a lo lejos, apartada de la ciudad, entre naranjos y limoneros está tu bonito hogar. Hoy venías con el suéter de rayas blancas y grises que dije que tan bien te quedaba, ibas guapísimo pero guapísimo para besarte y no parar nunca. Me llevaste en tu coche con la confianza de que la casa estuviera vacía para cuando llegáramos y en efecto, así fue.
Lo primero de todo una ruta turística por la misma, parándonos para observar esas fotografías tuyas de la infancia que no te gusta enseñar pero que por mucho que digas sales monísimo, y viendo el parecido que le sacas a tus padres, sobre todo a tu padre, en la mirada y la forma de la cara. Comedor, dormitorio de tus padres, cocina, baño y la siguiente sala... tu habitación, tal y como la recordaba de verla en nuestras videollamadas, parecía más grande en la realidad, y la tenías bastante ordenada (no como la mía :$) como si supieras que ibas a tener visita esa mañana ;) . Continúas enseñándome el resto de las habitaciones, más dormitorios, más baños y tu rinconcito para ocio y estudio, bastante acogedor, donde tenías tu guitarrita (aquella con la que me tocaste " Nothing Else Matters " desde lo alto de mi terraza) con la que me interpretaste trocitos de canciones que aunque no habías ensayado mucho últimamente, sonó de maravilla y consiguió cautivarme con cada acorde.
Y una vez vista la casa por completo, tocaba bajar a comer antes de que se hiciera más tarde y pudiéramos ser descubiertos por tus padres. Así que mientras veíamos la televisión en tu comedor, los macarrones con queso de tu madre y la tortilla con jamón recién hecha por ti precioso mío, fueron liquidados, de postre unas uvas y ñam ñam todo muy rico mi cocinero.
Una pena no haber podido estar más tiempo durmiendo la siesta contigo a mi lado, por miedo a que llegaran, pero he pasado un bonito día en tu aldea mi cani, ha sido una tarde inocente pero muy linda, como me gustaría repetir otra vez, aunque será complicado que se dé una ocasión como la de hoy. Algún día, te llevaré yo de excursión a mi pueblo, al campo auténtico de la región (no como tu aldea medio urbanizada :P) con sus arbolitos y animales autóctonos, y si se puede, comeremos en algún claro verde en plan picnic, con vistas a los almendros florecidos por la primavera y escuchando el agradable sonido de los pájaros al volar sobre nuestras cabezas, espero que sea pronto porque estoy deseando enseñártelo.
Gracias por correr el riesgo al acogerme unas horitas en tu dulce morada, aunque no hayamos podido estar el tiempo que hubiéramos deseado, me has hecho muy feliz hoy, no voy a poder ni quiero olvidar esta locura en la vida, te quiero mi valiente príncipe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario